sábado, 19 de mayo de 2012

Dejar las cosas claras para no volver atrás



Que si no te gusta, no mires. Que si no llevo razón, no opines. Que si me he equivocado, ya rectificaré. Que si me va mal, búscame la solución. Que si soy feliz, haz que dure mucho tiempo. Que si mañana te odio, mantente lejos. Que si mañana te hablo, aprovecha. Que si soy bipolar, te aguantas. Que si decido marcharme, sígueme. Que si no pienso las cosas antes de hacerlas, cosa mía. Que si me caigo mucho, intenta cogerme. Que si cambio de opinión, espero que no te importe. Que si para mí el mundo es diferente, no te comportes igual que todos. Que si vivo la vída al límite, es porque sé lo que hago. Que si mañana me enfado, es porque te quiero. Que si mañana te quiero, piensa que va a ser para siempre.




viernes, 24 de febrero de 2012

Pero que me quedes tú, me quede tu abrazo y el beso que inventas cada día


Y sí, me pueden las ganas, los labios, el lunar de tu cadera, no sé. La forma en la que me hablabas, en la que me tocabas o el ruidito que producían tus labios cuando me dabas un beso. Tus comentarios indecentes, la forma de interrumpir, de ponerme nerviosa, la tontería que tienes encima, el mítico comentario: te estoy ganando, tus mensajes, la forma maligna con la que te reías de mí, no sé. Solo sé que me sé esa película de principio a final, que tengo pensado que voy a desgastarte la próxima vez que estemos frente a frente, tengo pensado dejarte marca, más honda que las anteriores veces. Mira, escucha, que te echo de menos, no te imaginas cuánto, muy por encima del cielo, a miles de millones de años luz.


jueves, 23 de febrero de 2012

De tus prontos tus movidas, de tus idas y venidas

Yo elegí quererte y todas las consecuencias que eso conllevaba, elegí que tu fueses la persona que llenase mis días de sonrisas, elegí que tu olor era el que mejor le venía a mis sabanas, yo elegí que me comieras a besos, elegí también tu voz al otro lado del teléfono. Elegí llorar por ti de vez en cuando, elegí creerme tus verdades y creerme a medias tus mentiras, elegí que no quería otros abrazos, que no quería otras manos agarradas a las mías, que no quería ver por la mañana otra cara que no fuese la tuya, elegí nuestro mes del año y nuestro día del mes, elegí que tu fueras mi locura y mi cordura, elegí llenar el silencio de la noche de nuestra risa. Elegí las idas y venidas, las despedidas, elegí la impotencia, la incertidumbre y tu impredecibilidad, elegí el miedo a fallar y los impulsos, elegí las miradas, elegí temblar, elegí hacerme adicta a sus palabras, al corte de tu voz. Elegí conservar intacto cada momento, y dejar huella de lo que algún día fue. Elegí que mi mayor hobbie era verte dormir entre sabanas blancas, elegí no callarme nada, elegí darte todo, elegí hablar de nosotros cuando hablaba de ti, elegí ser fuerte sin la ayuda de ningún tipo de coraza y luchar por un solo motivo, elegí darte todas mis oportunidades, elegí quedarme con tus manías, tus defectos y tus carencias. Elegí perdernos debajo de cualquier edredón, y tu respiración en mi oreja derecha, elegí hacerlo lento, y la pasión a gran escala, elegí estremecerme sola y únicamente con tus caricias, elegí no ponernos límite. Elegí el sabor agridulce de las discursiones que acababan en abrazo, elegí derrumbarme cuando ya no aguantaba más, elegí encontrarte en lugares donde nunca estarías, elegí seguir queriéndote aún cuando ya no estabas. Elegí no poner límites. Elegí arriesgar y jugármela por ti.


Que de siete días, yo te quiero ocho

Que no hay monstruos en el armario, ni los Reyes Magos te vigilan para ver todo lo malo que haces. Sé que los malos son muy malos y los buenos no tan buenos. Créeme que he aprendido que los concierto están para dejarse los pies y la voz. Que los besos a escondidas saben mejor. Que un baño de agua fría a veces sienta tan bien como uno de agua caliente. Que el mundo está plagado de personas agradables, y a la vez, de personas que no merecen ser llamadas personas. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo, ni para el derecho. Que los tacones a las cuatro de la mañana en una fiesta ya no están en los pies. Que las medias se rompe fácilmente y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas. Y lo más importante, sé que de siete días a la semana, yo te quiero ocho.